La nueva interfaz de Windows 8 está adaptada para que la uses con los dedos.
Con la ayuda de una pantalla táctil externa, podrás aprovechar todas sus
ventajas en tu antiguo equipo.
Es indudable que el empuje de las tabletas y los smartphones ha cambiado para siempre la manera de relacionarnos con los dispositivos electrónicos. Lo táctil forma ya parte de nuestras vidas y quien más y quien menos está ya acostumbrado a gestionar todo directamente con sus dedos. Tanto que la informática tradicional se ha subido definitivamente al carro y esta forma de interactuar con el sistema operativo viene a complementar el manejo del teclado y el ratón (que no a sustituir).
La apuesta de Microsoft con la interfaz Modern UI de Windows 8 así lo atestigua. En ella, las carpetas y el escritorio pierden peso a favor de las losetas interactivas, que, aunque se pueden seguir utilizando con un cursor, están optimizadas para pulsarlas de la misma manera que como hacemos en los dispositivos móviles.
Precisamente, en los últimos meses, estamos asistiendo a una auténtica avalancha de nuevas máquinas que incorporan ya la pantalla táctil de forma nativa, tanto en forma de tabletas, que integran la última versión del sistema operativo más popular del mundo; como con híbridos y convertibles, que están a medio camino entre el ordenador portátil y el tablet; y, por supuesto, los All in One o Todo en Uno con capacidades táctiles.
Pero, ¿qué pasa con los PC de sobremesa tradicionales? Por fortuna, no es necesario adquirir un nuevo equipo para beneficiarse de las ventajas que esta nueva forma de control trae consigo. Así, gracias a los monitores táctiles, es posible dar el salto sin disparar (en teoría) el presupuesto ni cambiar de máquina.
Recurrir a un monitor táctil nos permitirá disfrutar de la interfaz Modern UI del último sistema operativo de Microsoft
Con ellos, es posible utilizar prácticamente cualquier sistema operativo tocando con nuestros dedos la pantalla, ya que en realidad su funcionamiento sería equiparable al de conectar un ratón: basta con enchufar el cable USB incorporado a un puerto de nuestro ordenador e instalar los controladores para disponer así de un método de control adicional, sin necesidad de configurar nada más.
Su respuesta, eso sí, dependerá de la propia capacidad del sistema y de la integración con los controles táctiles que tenga implementada, siendo, a día de hoy, Windows 8 el que mejor ha sabido hacerlo y el que más ha apostado por este método, al rediseñar su interfaz.
Aunque parezca algo relativamente novedoso, los intentos de llevar la tecnología táctil a la informática de sobremesa se remontan a comienzos de la década pasada, cuando los primeros (y rudimentarios, en comparación con lo que tenemos ahora) Tablet PC llegaron tímidamente al mercado.
Basados en Windows XP, que ya introducía compatibilidad con sistemas de entrada táctil, se trataba de ordenadores portátiles a los que podíamos girarles la pantalla para usarlos sin necesidad de trackpad o teclado, y estaban pensados para fines educativos y para profesionales liberales, como arquitectos o médicos que necesitaban utilizar un equipo en cualquier lugar y muchas veces de pie.
El concepto, no obstante, no llegó a cuajar, aunque sentó las bases para las futuras tabletas que llegarían casi diez años después. Con Windows 7, el control táctil obtuvo más protagonismo y se integró de manera más eficaz con todo el sistema, contemplando la posibilidad de que los hasta entonces imprescindibles stylus o lápices táctiles no fuesen el elemento primordial y dejasen paso a los dedos.
No obstante, el verdadero punto de inflexión de la tecnología táctil llegó en junio de 2007 con la presentación del primer iPhone de Apple, que marcaría el inicio de la nueva era post-PC y que se vería afianzada más si cabe tras la llegada del iPad. Atrás dejaron a las PDAs y otros dispositivos móviles que también consideraban a los estiletes como la forma natural de pulsar una pantalla.
Al pasar de controlar todo con el stylus a hacerlo con nuestras manos, se produjo un cambio en la tecnología de las pantallas táctiles. Frente a las resistivas, imperantes en un primer momento, las capacitivas mejoraron con creces su precisión.
En las primeras hace falta presionar, mientras que en las segundas basta con pulsar suavemente, ya que las pantallas resistivas se componen de varias capas que son las que transmiten las instrucciones al entrar en contacto, al tiempo que las capacitivas se basan en una sola capa con impulsos eléctricos. Además, estas últimas pueden soportar hasta diez pulsaciones simultáneas.
Al margen del tipo de tecnología táctil que incorporen, a la hora de adquirir un monitor, los consejos de compra son los mismos que con el resto de modelos. Las conexiones son fundamentales, siendo lo recomendable que al menos cuenten con un puerto HDMI, por ser los que mejor calidad proporcionan. Este puede ir complementado por un segundo puerto de este tipo o por otros anteriores, como DVI y VGA, y en algunos casos también dispondremos de conexión digital DisplayPort, similar a HDMI pero menos frecuente.
Igualmente, HDMI y DisplayPort cuentan con variantes mini, y con el reciente MHL (Mobile High Definition Link) podremos conectar dispositivos móviles como smartphones y tabletas. Además de las entradas de vídeo, es frecuente que se incluya algún tipo de conexión para audio en forma de minijack, interesante sobre todo si el monitor incluye altavoces integrados para poder así enchufar fuentes externas.
En cuanto a tamaño se refiere, las diagonales estrella se mueven entre las 21 y las 24 pulgadas de tipo panorámico, siendo las de 27" aún algo caras en comparación. En todos estos tamaños, la resolución Full HD (1.920 x 1.080 píxeles) suele estar ya presente, y el visionado en 3D también está disponible en algunos modelos (siendo necesario el uso de gafas especiales como complemento, por lo general).
Si nos fijamos en el tipo de tecnología, la retroiluminación LED ha ido reemplazando poco a poco a los sistemas LCD, ya que proporciona un consumo más bajo, mayor viveza de color y evita que se nos canse antes la vista. Por su parte, el tipo de panel determinará la calidad: los IPS son claramente superiores a los todavía predominantes TN+Fim, y en los modelos de alta gama ya empieza a asomarse tímidamente una evolución más conocida como Super PLS (Plane-to-Line Switching), desarrollada por Samsung y que posibilita un brillo y nitidez impactantes.
Por último, y especialmente relevante en el caso de monitores táctiles que han de utilizarse en posición cómoda, atenderemos a la capacidad de inclinación de la peana. De esta forma, seremos capaces de ajustar la altura fácilmente e incluso en algunos modelos el giro, para lograr una ergonomía total.
La peana incorporada puede servirnos para inclinar la pantalla, ajustar la altura o girar levemente su eje, en aras de obtener la posición más cómoda posible
Otros datos con los que tendremos que lidiar al bucear en la hoja de especificaciones de un monitor táctil son el tiempo de respuesta y los niveles de brillo y contraste, que si bien hasta hace poco eran decisivos, hoy por hoy, ya no influyen tanto, al partir en la mayoría de los casos de un mínimo suficiente para una amplia variedad de usos.
No obstante, cuanto menor sea el tiempo de respuesta, más difícil será ver una estela con texto o imágenes en movimiento. Por su parte, el brillo suele partir de 250 cd/m2 y el contraste se muestra ya en valores dinámicos (mejorados artificialmente), siendo 1.000:1 un buen valor nativo.
En esta comparativa, por motivos ajenos al Laboratorio de PC Actual, solo hemos podido analizar presencialmente los monitores de Acer y Dell. Del resto, incluimos todas las características técnicas en nuestra tradicional tabla para ayudar a comparar sus prestaciones entre sí. En todos los casos, se trata de modelos de gama alta, con resolución Full HD y pleno soporte táctil.
Respecto a los benchmarks utilizados para medir el comportamiento de los monitores, recurrimos a PixPerAn y Nokia Monitor Test. Con el primero, llevamos a cabo un test de legibilidad que consta de distintos niveles, en los que se muestra un texto desplazándose a una determinada velocidad.
Así, es fácil conocer la fiabilidad del tiempo de respuesta, ya que, cuanto mayor es el ritmo al que se mueve el texto, mayores son las posibilidades de que acabe resultando ilegible y no seamos capaces de distinguir las letras, que deberemos introducir manualmente para que esta herramienta coteje si lo que nuestro ojo ha detectado coincide con la realidad. Por lo general, cualquier monitor debe ser capaz de llegar al nivel 7 como mínimo, siendo los siguientes valores los que determinen una calidad por encima de lo habitual.
En cuanto a Nokia Monitor Test, se compone de una serie de pruebas para medir la calidad de la imagen mostrada, permitiendo conocer el comportamiento del brillo, contraste, color y otras variantes gracias a distintas mediciones geométricas, de convergencia o de lectura, por ejemplo.
De esta forma, es fácil saber a simple vista si algún color se muestra más saturado de lo deseable o si su pureza deja algo que desear. Viendo cómo se representa la escala de grises y los colores puros por separado, es posible evaluar un monitor con rapidez. Antes de ejecutar este software, es conveniente que el monitor lleve al menos 20 minutos encendido para que se encuentre a pleno rendimiento y ningún otro elemento influya en el resultado.
Gracias a PixPerAn, es fácil saber si el valor de tiempo de respuesta del monitor será suficiente para los usos más exigentes
Además, al tener el monitor delante de nosotros, podemos comprobar hasta dónde llega la inclinación de la peana, la amplitud del ángulo de visualización (tanto horizontal como vertical), si el menú OSD con el que controlar sus funciones está bien implementado, si los botones para interactuar con él son de fácil acceso o si estos resultan complicados de utilizar, entre otros factores.
Por supuesto, el diseño también juega un papel más que importante, así hay que valorar el material empleado en su fabricación, el tipo de pantalla utilizado (con acabado mate o brillante), que también nos ayudará a conocer si el nivel de reflejos está dentro de lo aceptable o si nos va a resultar difícil colocarlo cerca de una ventana o foco de luz, y así poder trabajar con él de la forma más plácida posible.
Y, para terminar, nada mejor que comprobar la fluidez de la respuesta táctil cuando se hace un uso cotidiano (es decir, moviéndose a través de distintos programas y con el propio sistema operativo en general).
Aunque Nokia Monitor Test es un programa algo antiguo, sigue siendo una de las mejores herramientas para medir la
Sorprendentemente, y pese a todos los vaticinios, la llegada de
Windows 8 no ha venido acompañada del esperado desarrollo de
los monitores táctiles y su oferta. Prácticamente, se cuentan con los dedos de
una mano los fabricantes que incorporan en su catálogo productos de este tipo; y
los que lo hacen, apenas tienen más que un único modelo donde escoger. Así, no
es de extrañar que, en comparación con otras pantallas de características
similares, su desembolso siga sin merecer la pena.
La escasa penetración del último sistema operativo de
Microsoft, unido a las críticas al todavía imperante dualismo
entre la interfaz Modern UI y el escritorio tradicional, pueden
explicar en parte este fenómeno, pero no justificarlo: el usuario se ha
acostumbrado a manejar ciertas aplicaciones tocándolas directamente, y aunque no
vayan a sustituir al ratón y al teclado en la informática de sobremesa, se trata
de una opción que nunca viene mal tener.
Tal es la restricción imperante todavía en este mercado que nos las hemos
visto y deseado para poder analizar físicamente un par de modelos, y ante unos
precios tan poco atractivos y claramente restrictivos, es lógico que los
consumidores prefieran gastar menos, pasar a monitores de gran formato o apostar
por otras tecnologías de interés, como 3D, olvidándose de lo
táctil.
Lamentos al margen, hay que reconocer que la evolución experimentada en la
calidad de este tipo de pantallas es patente, reconociendo con precisión no solo
las pulsaciones, sino también prácticos gestos multitouch avanzados que nos
hacen la vida más fácil. Además, si antes lo habitual era que soportasen dos o
cinco dedos simultáneamente, los mejores modelos admiten ya el control con las
dos manos de golpe.
Si a todo esto le unimos la presencia de resolución Full HD,
paneles IPS y diagonales de pantalla que parten de un mínimo de
23”, está claro que quien adquiera uno no se arrepentirá, pues se trata de
productos de sobrada calidad, y gracias a la versatilidad de sus peanas,
colocarlos en distintas posiciones que se adapten a nuestra postura frente al
ordenador evitará que nos encontremos incómodos o que suframos algún tipo de
lesión. No obstante, insistimos: cada uno debe valorar si lo táctil le merece la
pena el desembolso adicional.
La arriesgada apuesta de Microsoft con Windows 8 implica que, para disfrutar
al 100% de la nueva experiencia, interactuemos con el sistema pulsando con
nuestros propios dedos. Eso sí, en lugar de tener que adquirir un ordenador
nuevo, basta con hacerse con un monitor táctil, cuyos niveles de precisión están
sin lugar a dudas a la altura.
Mientras en portátiles híbridos y All in One las pantallas táctiles son cada
vez más frecuentes, sorprende las pocas opciones disponibles en cuanto a
monitores de este tipo se refiere. Esta escasa competencia hace que su precio
resulte demasiado caro y que se traten más de un capricho que de algo realmente
imprescindible.
Es indudable que el empuje de las tabletas y los smartphones ha cambiado para siempre la manera de relacionarnos con los dispositivos electrónicos. Lo táctil forma ya parte de nuestras vidas y quien más y quien menos está ya acostumbrado a gestionar todo directamente con sus dedos. Tanto que la informática tradicional se ha subido definitivamente al carro y esta forma de interactuar con el sistema operativo viene a complementar el manejo del teclado y el ratón (que no a sustituir).
La apuesta de Microsoft con la interfaz Modern UI de Windows 8 así lo atestigua. En ella, las carpetas y el escritorio pierden peso a favor de las losetas interactivas, que, aunque se pueden seguir utilizando con un cursor, están optimizadas para pulsarlas de la misma manera que como hacemos en los dispositivos móviles.
Precisamente, en los últimos meses, estamos asistiendo a una auténtica avalancha de nuevas máquinas que incorporan ya la pantalla táctil de forma nativa, tanto en forma de tabletas, que integran la última versión del sistema operativo más popular del mundo; como con híbridos y convertibles, que están a medio camino entre el ordenador portátil y el tablet; y, por supuesto, los All in One o Todo en Uno con capacidades táctiles.
Pero, ¿qué pasa con los PC de sobremesa tradicionales? Por fortuna, no es necesario adquirir un nuevo equipo para beneficiarse de las ventajas que esta nueva forma de control trae consigo. Así, gracias a los monitores táctiles, es posible dar el salto sin disparar (en teoría) el presupuesto ni cambiar de máquina.
Recurrir a un monitor táctil nos permitirá disfrutar de la interfaz Modern UI del último sistema operativo de Microsoft
Con ellos, es posible utilizar prácticamente cualquier sistema operativo tocando con nuestros dedos la pantalla, ya que en realidad su funcionamiento sería equiparable al de conectar un ratón: basta con enchufar el cable USB incorporado a un puerto de nuestro ordenador e instalar los controladores para disponer así de un método de control adicional, sin necesidad de configurar nada más.
Su respuesta, eso sí, dependerá de la propia capacidad del sistema y de la integración con los controles táctiles que tenga implementada, siendo, a día de hoy, Windows 8 el que mejor ha sabido hacerlo y el que más ha apostado por este método, al rediseñar su interfaz.
Un poco de historia
Aunque parezca algo relativamente novedoso, los intentos de llevar la tecnología táctil a la informática de sobremesa se remontan a comienzos de la década pasada, cuando los primeros (y rudimentarios, en comparación con lo que tenemos ahora) Tablet PC llegaron tímidamente al mercado.
Basados en Windows XP, que ya introducía compatibilidad con sistemas de entrada táctil, se trataba de ordenadores portátiles a los que podíamos girarles la pantalla para usarlos sin necesidad de trackpad o teclado, y estaban pensados para fines educativos y para profesionales liberales, como arquitectos o médicos que necesitaban utilizar un equipo en cualquier lugar y muchas veces de pie.
El concepto, no obstante, no llegó a cuajar, aunque sentó las bases para las futuras tabletas que llegarían casi diez años después. Con Windows 7, el control táctil obtuvo más protagonismo y se integró de manera más eficaz con todo el sistema, contemplando la posibilidad de que los hasta entonces imprescindibles stylus o lápices táctiles no fuesen el elemento primordial y dejasen paso a los dedos.
No obstante, el verdadero punto de inflexión de la tecnología táctil llegó en junio de 2007 con la presentación del primer iPhone de Apple, que marcaría el inicio de la nueva era post-PC y que se vería afianzada más si cabe tras la llegada del iPad. Atrás dejaron a las PDAs y otros dispositivos móviles que también consideraban a los estiletes como la forma natural de pulsar una pantalla.
Pantallas resistivas o capacitivas
Al pasar de controlar todo con el stylus a hacerlo con nuestras manos, se produjo un cambio en la tecnología de las pantallas táctiles. Frente a las resistivas, imperantes en un primer momento, las capacitivas mejoraron con creces su precisión.
En las primeras hace falta presionar, mientras que en las segundas basta con pulsar suavemente, ya que las pantallas resistivas se componen de varias capas que son las que transmiten las instrucciones al entrar en contacto, al tiempo que las capacitivas se basan en una sola capa con impulsos eléctricos. Además, estas últimas pueden soportar hasta diez pulsaciones simultáneas.
Características técnicas
Al margen del tipo de tecnología táctil que incorporen, a la hora de adquirir un monitor, los consejos de compra son los mismos que con el resto de modelos. Las conexiones son fundamentales, siendo lo recomendable que al menos cuenten con un puerto HDMI, por ser los que mejor calidad proporcionan. Este puede ir complementado por un segundo puerto de este tipo o por otros anteriores, como DVI y VGA, y en algunos casos también dispondremos de conexión digital DisplayPort, similar a HDMI pero menos frecuente.
Igualmente, HDMI y DisplayPort cuentan con variantes mini, y con el reciente MHL (Mobile High Definition Link) podremos conectar dispositivos móviles como smartphones y tabletas. Además de las entradas de vídeo, es frecuente que se incluya algún tipo de conexión para audio en forma de minijack, interesante sobre todo si el monitor incluye altavoces integrados para poder así enchufar fuentes externas.
En cuanto a tamaño se refiere, las diagonales estrella se mueven entre las 21 y las 24 pulgadas de tipo panorámico, siendo las de 27" aún algo caras en comparación. En todos estos tamaños, la resolución Full HD (1.920 x 1.080 píxeles) suele estar ya presente, y el visionado en 3D también está disponible en algunos modelos (siendo necesario el uso de gafas especiales como complemento, por lo general).
Si nos fijamos en el tipo de tecnología, la retroiluminación LED ha ido reemplazando poco a poco a los sistemas LCD, ya que proporciona un consumo más bajo, mayor viveza de color y evita que se nos canse antes la vista. Por su parte, el tipo de panel determinará la calidad: los IPS son claramente superiores a los todavía predominantes TN+Fim, y en los modelos de alta gama ya empieza a asomarse tímidamente una evolución más conocida como Super PLS (Plane-to-Line Switching), desarrollada por Samsung y que posibilita un brillo y nitidez impactantes.
Por último, y especialmente relevante en el caso de monitores táctiles que han de utilizarse en posición cómoda, atenderemos a la capacidad de inclinación de la peana. De esta forma, seremos capaces de ajustar la altura fácilmente e incluso en algunos modelos el giro, para lograr una ergonomía total.
La peana incorporada puede servirnos para inclinar la pantalla, ajustar la altura o girar levemente su eje, en aras de obtener la posición más cómoda posible
Fíjate en el tiempo de respuesta y los niveles de brillo y contraste
Otros datos con los que tendremos que lidiar al bucear en la hoja de especificaciones de un monitor táctil son el tiempo de respuesta y los niveles de brillo y contraste, que si bien hasta hace poco eran decisivos, hoy por hoy, ya no influyen tanto, al partir en la mayoría de los casos de un mínimo suficiente para una amplia variedad de usos.
No obstante, cuanto menor sea el tiempo de respuesta, más difícil será ver una estela con texto o imágenes en movimiento. Por su parte, el brillo suele partir de 250 cd/m2 y el contraste se muestra ya en valores dinámicos (mejorados artificialmente), siendo 1.000:1 un buen valor nativo.
Conoce las pruebas realizadas por PCA Lab
En esta comparativa, por motivos ajenos al Laboratorio de PC Actual, solo hemos podido analizar presencialmente los monitores de Acer y Dell. Del resto, incluimos todas las características técnicas en nuestra tradicional tabla para ayudar a comparar sus prestaciones entre sí. En todos los casos, se trata de modelos de gama alta, con resolución Full HD y pleno soporte táctil.
Respecto a los benchmarks utilizados para medir el comportamiento de los monitores, recurrimos a PixPerAn y Nokia Monitor Test. Con el primero, llevamos a cabo un test de legibilidad que consta de distintos niveles, en los que se muestra un texto desplazándose a una determinada velocidad.
Así, es fácil conocer la fiabilidad del tiempo de respuesta, ya que, cuanto mayor es el ritmo al que se mueve el texto, mayores son las posibilidades de que acabe resultando ilegible y no seamos capaces de distinguir las letras, que deberemos introducir manualmente para que esta herramienta coteje si lo que nuestro ojo ha detectado coincide con la realidad. Por lo general, cualquier monitor debe ser capaz de llegar al nivel 7 como mínimo, siendo los siguientes valores los que determinen una calidad por encima de lo habitual.
En cuanto a Nokia Monitor Test, se compone de una serie de pruebas para medir la calidad de la imagen mostrada, permitiendo conocer el comportamiento del brillo, contraste, color y otras variantes gracias a distintas mediciones geométricas, de convergencia o de lectura, por ejemplo.
De esta forma, es fácil saber a simple vista si algún color se muestra más saturado de lo deseable o si su pureza deja algo que desear. Viendo cómo se representa la escala de grises y los colores puros por separado, es posible evaluar un monitor con rapidez. Antes de ejecutar este software, es conveniente que el monitor lleve al menos 20 minutos encendido para que se encuentre a pleno rendimiento y ningún otro elemento influya en el resultado.
Gracias a PixPerAn, es fácil saber si el valor de tiempo de respuesta del monitor será suficiente para los usos más exigentes
Otros factores
Además, al tener el monitor delante de nosotros, podemos comprobar hasta dónde llega la inclinación de la peana, la amplitud del ángulo de visualización (tanto horizontal como vertical), si el menú OSD con el que controlar sus funciones está bien implementado, si los botones para interactuar con él son de fácil acceso o si estos resultan complicados de utilizar, entre otros factores.
Por supuesto, el diseño también juega un papel más que importante, así hay que valorar el material empleado en su fabricación, el tipo de pantalla utilizado (con acabado mate o brillante), que también nos ayudará a conocer si el nivel de reflejos está dentro de lo aceptable o si nos va a resultar difícil colocarlo cerca de una ventana o foco de luz, y así poder trabajar con él de la forma más plácida posible.
Y, para terminar, nada mejor que comprobar la fluidez de la respuesta táctil cuando se hace un uso cotidiano (es decir, moviéndose a través de distintos programas y con el propio sistema operativo en general).
Aunque Nokia Monitor Test es un programa algo antiguo, sigue siendo una de las mejores herramientas para medir la
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